 |
|
|
|
|
|
| Sello/Ref: | Sony Classical 88697-41739-2 |
|
|
|
|
|
|
|
1. Defiance / Main Titles (02:26)
2. Survivors (02:10)
3. Make Them Count (02:39)
4. Your Wife (03:07)
5. The Bielski Otriad (05:17)
6. Bella And Zus (02:16)
7. Exodus (04:29)
8. Camp Montage (02:22)
9. The Wedding (01:36)
10. Winter (02:01)
11. Escaping The Ghetto (01:34)
12. Police Station (04:32)
13. Tuvia Kisses Lilka (03:16)
14. Nothing Is Impossible (07:33)
15. The Bielski Brothers / Ikh Bin A Mame (04:22) |
|
|
Tras contar con mediocres como James Horner, Graeme Revell o Hans Zimmer, el realizador Edward Zwick parece enderezar sus pasos al haberle tomado el gusto al arte del competente James Newton Howard, con quien ya coincidió en Diamante de sangre.
El compositor californiano, aunque correcto en casi todo lo que hace (Nada desdeñables son sus temas de acción como The Bielski Otriad, que no abundan en este score) muestra últimamente un talento especial para el drama y el intimismo, lo que le ha hecho cotizarse alto frente al proyectos como Soy Leyenda o toda la filmografía de Shyamalan. (Hay que perdonarle recesos de mera supervivencia como The Dark Knight). Con Defiance recupera esa arrebatada sensibilidad que exhibió al crear El bosque, pieza con la que comparte, aunque sin alcanzar la excelencia de aquella, varios puntos comunes. (El bellísimo corte Nothing Is Impossible incluye fragmentos prácticamente idénticos).
Con la ayuda del célebre violinista estadounidense Joshua Bell (www.joshuabell.com), Newton Howard conforma una partitura sólida en su clásica estructura, que no busca ofrecer grandes sorpresas; música envolvente, comprometida y evocadora sin profusión de melodías ni demasiada ostentación orquestal, idónea a la hora de describir uno de los más oscuros episodios en la historia de la humanidad. En ese sentido, y propiciado por las previsibles y poco aventuradas intenciones de la película, quizá podemos reprochar al acabado cierto exceso en la vertiente melodramática, pero es tal la intensidad de los agónicos pasajes de cuerda, tan turbadora es su gravedad y tan penetrante su lirismo, que su disfrute no requiere de profundos análisis.
Por supuesto, el llanto lastimero del violín, tradicionalmente asociado con Europa del Este y más concretamente con la etnia judía, ni pretende siquiera escapar al recuerdo de La lista de Schindler, obra maestra del genial John Williams que quedará grabada para siempre como referente del amargo canto del holocausto; pero el homenaje a tan sublime fuente de inspiración no solo es perdonable sino justificado y hasta conveniente.
M.M.M.
Publicado el 04-02-2009
|
| |
| Valoración: |  |
|
|
|
