No deja de sorprender la facilidad con la que Michael Giacchino salta del sonido afectado y grandilocuente del cine de acción o suspense, a la locura desenfadada y festiva del dibujo animado. El italiano responsable de Perdidos se está convirtiendo en un todoterreno que demuestra dominar cualquier tipo de vertiente, ajustándose a las necesidades del encargo. Y claro, cuando se trata de animación para los más pequeños, dejan de regir las normas habituales de la banda sonora; por ello su trabajo para Ratatouille tenía que ser frenético, superficial y muy variado, como son la mayoría de las composiciones para este tipo de cinta. Aunque predomina una característica instrumentación a base de acordeón que recuerda la música tradicionalmente gala, se evocan innumerables tendencias y épocas, como si esta obra fuera la amalgama de muchas; lo que supone un tremendo esfuerzo imaginativo. Se dan cita un sinfín de estilos musicales que en el film se adaptan a toda clase de ambientes y situaciones; esa particularidad descarta el aburrimiento pero también sacrifica la posible unidad de la partitura. Hay muchos pasajes que brillan con luz propia como The Paper Chase o Dinner Rush, que despliegan todo el talento del compositor frente a la complejidad de la orquesta sinfónica; sin embargo la dispersión de la obra le impide llegar a tomar cuerpo, quedándose en un trabajo simpático repleto de momentos sobresalientes, pero carente de coherencia. Ya hemos comprobado que Giacchino puede dar mucho más de sí, en otros entornos argumentales.

M.M.M.